Las familias suelen encontrarse con diferentes recomendaciones sobre qué alimentos y bebidas deben consumir o evitar, y con el regreso del mes de marzo y la vuelta a clases, el tema cobra mayor relevancia aún.
Alimentarse de manera balanceada y consciente consiste en comer con intención y atención. Se trata de ayudar a las personas a sentirse satisfechas y con energía, y al mismo tiempo eliminar cualquier sentimiento negativo que pueda estar asociado a la comida.
El consumo consciente de refrigerios se puede enseñar mediante pasos sencillos y prácticos, basados en investigaciones clínicas de campo. Según el estudio de Nielsen “Snack Attack: lo que buscan los consumidores de todo el mundo”, a causa del rápido ritmo en el que viven muchas personas, el consumo de snacks se han convertido en un comportamiento común. La encuesta realizada a 30.000 personas en 60 países detalla que la gente no sólo come para satisfacer el hambre entre comidas (76%), sino también para reemplazar las principales comidas como desayuno, almuerzo y cena (52%, 43% y 40%, respectivamente). Esta cultura global de “picar” explica por qué es tan importante aprender a comer de manera consciente, atenta y sostenible.
La base del snacking consciente es ayudar a las personas a escuchar atentamente su cuerpo e identificar cuáles son sus preferencias y necesidades para ese momento. Comer refrigerios conscientemente implica prestar atención al “ahora” y centrarse en la experiencia del refrigerio de principio a fin.
Usar los sentidos es otro elemento fundamental a la hora de comer bocadillos de forma consciente. Una experiencia sensorial completa implica oler sus aromas, probar sus sabores, sentir su textura, observar su forma y colores, y hasta escuchar su crujido.
Adoptar esta conducta al alimentarse puede llevar tiempo, pero es un hábito que las familias pueden fomentar a través de pequeños pasos graduales, especialmente cuando los estudiantes llevan refrigerios por primera vez a sus jornadas escolares. Todos los snacks pueden formar parte de una dieta equilibrada y siempre es más fácil crear un nuevo comportamiento, como comer bocadillos de forma consciente y en las porciones adecuadas, que detener un hábito antiguo.
Las familias pueden ayudar a los menores a disfrutar de un snack de manera consciente, desde el momento de elegirlo. Recordarles, que el objetivo es que satisfaga las necesidades cuando lo consuman e instarlos a disfrutarlo pausadamente, atendiendo a sus características. En poco tiempo, los más pequeños de la casa aprenden a comer bocadillos conscientemente incluso cuando los adultos no están presentes.